San Gotardo: Cómo construir el túnel más largo del mundo
La obra demoró 17 años, lidiando con comunidades, crisis económicas y cambios de gobierno. Aquí una receta de cómo hacerlo.
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Hace más de 25 años que se comenzó a planificar lo que en 2017 sería el túnel más largo del mundo. Era la década del ‘90 y el gobierno suizo veía que el aumento del tránsito en carreteras requeriría una solución y pensó que la mejor forma era trasladar el tráfico vehicular a otra forma más sustentable y rápida para movilizarse.
¿El resultado? El inicio, en 1999, de la construcción de un túnel ferroviario que cruzara los Alpes Suizos, uniendo las ciudades de Erstfeld por el norte y Bodio por el sur.
Con dos túneles en paralelo, de 57 kilómetros cada uno, San Gotardo se demoró 17 años en ser construido. Hoy, el abogado Dieter Schwank -quien expondrá el próximo jueves en ExpoEdifica, organizada por la Cámara Chilena de la Construcción (CChC)-, lidera la empresa que fue constituida exclusivamente para el proyecto, Air Transit Gotthard, y que actualmente trabaja en una de las vías anexas al San Gotardo, que unirá la parte sur del megatunel con Milán, Italia, y que tiene como fecha de término el 2020.
Pese a las más de dos décadas que lleva la construcción, cuando se ideó la iniciativa, se buscó una estructura para resolver problemas que pudieran surgir.
La decisión del proyecto se tomó a través de un plebiscito en 1992. El mecanismo se repitió en 1998, para aprobar el financiamiento. “Esa es una de las razones por las que no ha habido tantos conflictos con las comunidades aledañas, a pesar de haber mucha gente viviendo cerca de la construcción”, comenta Schwank.
Asegura que su clave es la transparencia y comunicación. “Todo lo que hacemos se lo informamos a la población y, si algo no les parece, nos lo comunican y lo arreglamos mediante tratos o compensaciones y si no, en algunos casos, hemos tenido que recurrir a tribunales”, explica.
En 17 años, la población cambia, y los gobiernos también. Pero eso parece no afectar a la compañía, ya que aseguran que “justamente por eso se creó un fondo de financiamiento especial. Tenemos autonomía y no dependemos tanto de autoridades, ni crisis económicas”.
El fondo se constituye a través de tres componentes: los impuestos al petróleo pagados por la población, los impuestos a los camiones que circulan por las carreteras y el IVA.
El proyecto cuenta con un presupuesto máximo de US$ 13.500 millones, pero estiman el costo de US$ 12.700 millones.
Otro desafío al que se enfrentó la obra fue la protección del medioambiente. “Tratamos de que todos los componentes tuvieran ese enfoque y para eso tuvimos el apoyo de muchas ONG de ese tipo que nos ayudaron a crear un plan más efectivo”, explica Schwank.
Parte de este plan era el cómo deshacerse del material y los desechos, que sumaron 28 millones de toneladas. “Tratamos de transportarlo lo menos posible, para evitar mayores emisiones de polvo y ruido. Un tercio de este se reutilizó en la obra como concreto, otra porción se usó para la creación de tres islas en el lago de Lucerna y el resto fue esparcido por la zona”, aclara.
El San Gotardo chileno
Quizás no 57 kilómetros, pero sí 14 km. Ese es el largo de los dos túneles que unirán Coquimbo con la provincia argentina de San Juan. Se estima que su construcción tardará 10 años y demandó US$ 1.500 millones.
La recomendación desde Air Transit Gotthard es clara. “Tienes que crear un proyecto que convenza tanto a autoridades como a la gente y para eso tienes que asegurar un plan de financiamiento seguro, que no se caiga con las modificaciones, porque siempre van a haber modificaciones”, comenta Schwank.
Agrega que la clave en el caso suizo fue la independencia del gobierno, lo que se logró a través de la división por áreas de trabajo y la creación de esta compañía. “Así aseguras transparencia y evitas conflictos de interés”, agrega.